Como seguramente sabes, la angula es el alevín de la anguila. Su aventura comienza en el Mar de los Sargazos, en pleno Caribe, lugar en el que desovan las anguilas y donde eclosionan sus huevas que durante los próximos tres años se moverán siguiendo la corriente del Golfo hasta llegar a los ríos europeos. Las angulas se agolpan en grandes masas en las desembocaduras de los ríos y nadan río arriba hasta que se convierten en adultas. Y lo más curioso es que cada angula llega al mismo río del que salieron sus progenitores. Cuando se capturan, cada individuo suele tener 1g. de peso y mide algo menos de 8 cm.
Ni que decir tiene, que un pescado tan frágil y valioso, es tratado con máximo esmero y delicadeza en su transporte a la fábrica, en su proceso de cocción y en su enlatado. Lo presentamos siguiendo la receta tradicional para este manjar, con un generoso toque picante aportado por una guindilla natural y bañado en aceite de oliva extra virgen ecológico*.
Pero es que además de su sabor, para muchos expertos inigualable, las angulas resultan ser un producto de altísimo valor nutricional. De hecho es el pescado azul más graso conocido y dotado de una gran dosis de proteína (16,3g. por cada 100g.). Además aporta interesantes cantidades de algunos minerales como fósforo y potasio favoreciendo nuestra salud renal y sistema nervioso. Pero lo más notorio es su altísima proporción de vitamina A, que tiene entre sus virtudes la de favorecer nuestra salud ocular y visual.
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